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Ojo rojo

Un ojo rojo es una de las afectaciones más común en las consultas de oftalmología.

Se entiende por ojo rojo a un enrojecimiento que afecta, en parte o en su totalidad, al segmento anterior del ojo: iris, córnea, cuerpo ciliar y conjuntiva.

Puede ser de aparición súbita, con frecuencia unilateral y no ir acompañado de ningún fenómeno doloroso. Algunas de las manifestaciones funcionales son: ligera sensación de escozor, sensación de cuerpo extraño, de arenilla, un pequeño grado de blefaroespasmo.

Afortunadamente la mayoría de pacientes que presentan ojo rojo sólo tienen una inflamación leve de la superficie ocular.

Como en cualquier otra patología, la anamnesis es el pilar fundamental y debe ser precisa y completa: signos, síntomas, agudeza visual, tratamiento previo (si lo hubo) y exploración.

Es importante verificar el estado de la agudeza visual (AV) con el fin de descartar una afectación del globo ocular. En el caso de que haya pérdida de visión general, la visita al oftalmólogo será de caracter urgente.

A nivel corneal se comprobará su transparencia, defectos, irregularidades y/o existencia de cuerpos extraños mediante la tinción con fluoresceína.

El estado de la pupilas nos dará información del estado del ojo, de la visión y de los centros neurales.

La ausencia de dolor, pérdida de AV o de cualquier otra alteración del segmento anterior que no sea el enrojecimiento o la secreción, permite descartar afecciones graves como: queratitis, iritis o glaucoma agudo (si sospechamos de un ataque de glaucoma agudo podemos obtener información como la presión intraocular (PIO) realizando tonometría). A pesar de que un diagnóstico diferencial es imprescindible, hay que tener en cuenta que una iritis o una queratitis pueden evolucionar bajo la máscara de un ojo rojo no doloroso.

Las patologías más frecuentes que se presentan ante un ojo rojo son la conjuntivitis, el Síndrome del Ojo Seco (tratado en otra entrada que puedes ver pinchando AQUÍ) y las alteraciones relacionadas con un mal uso de las lentes de contacto.

Existen diferentes tipos de conjuntivitis y cada una con un tratamiento específico:

- Conjuntivitis supuradas:

En las conjuntivitis bacterianas la hiperemia se acompaña de secreción más o menos abundante. Los párpados, sobre todo el superior, pueden estar algo tumefactos. La conjuntiva puede despegarse del plano escleral a causa de un exudado provocando una quemosis.

En conjuntivitis agudas puede originarse una reacción ganglionar, afectando más frecuentemente sólo a un ganglio que se palpa por delante del trago (ganglio prearicular) y siendo sensible pero indolora.

Conjuntivitis supuradas del recién nacido:

En presencia de un edema palpebral importante con secreción blancoamarillenta abundante y quemosis conjuntival, se sospechará de infección gonocócica y será una urgencia oftálmica ya que puede complicarse con úlceras corneales graves.

Suele presentarse entre el 2º y el 4º día después del nacimiento y es poco frecuente.

La conjuntivitis de inclusión en el recién nacido de etiología vírica aparece unos 10 días después del parto, con la presencia de secreciones purulentas importantes. Debe considerarse como una forma bastante frecuente que complica la imperforación de las vías lagrimales. Una vez curada hay que efectuar una exploración de dichas vías.

Las conjuntivitis químicas del neonato se puden producir al instilarle gotas para prevenir infecciones bacterianas.

Los síntomas de las conjuntivitis químicas normalmente incluyen enrojecimiento leve de los ojos e hinchazón en los párpados que suelen durar 24/36horas.

- Conjuntivitis no supuradas:

En este apartado se incluyen las conjuntivitis víricas que son frecuentes y no tienen un tratamiento específico en su mayoría. Suelen presentar folículos y, a menudo, afectan a la córnea. Los adenovirus suelen ser la causa de este tipo de conjuntivitis y son muy contagiosas las dos primeras semanas.

Por otra parte las conjuntivitis alérgicas son cada vez más frecuentes. La primaveral es la forma más típica, aislada o junto a otras manifestaciones alérgicas: rinitis asma, dermatitis...etc. Se caracteriza por: picor leve ocular y periocular, lagrimeo secreción acuosa, hiperemia, inflamación de los párpados y papilas. A nivel general los síntomas pueden ser estornudos y secreción nasal.

La evolución de los síntomas persiste mientras dura la estación de la alergia, con exarcebaciones y/o revisiones, variando según el clima y las actividades de los pacientes.

El mal uso de las lentes de contacto (LC) es una causa frecuente del ojo rojo. Puede deberse a un uso abusivo al llevarlas demasiado tiempo, dormir con ellas puestas, tener una higiene inadecuada y en verano por bañarse en mar y piscinas con ellas puestas.

En lo que se refiere a los tratamientos de las conjuntivitis deben de ser personalizados. Cada paciente es un mundo y cada ojo puede evolucionar de forma distinta. Es muy importante no automedicarse porque un tratamiento que es adecuado en un caso, puede ser perjudicial en otro.

Además de un tratamiento adecuado el ojo requiere cuidados diarios al igual que la piel: buena hidratación, medidas protectoras frente a las agresiones externas como el sol... etc.

A continuación os dejo unas recomendaciones básicas para el cuidado de los ojos:

- Utilizar gafas de sol

-Lubricar el ojo con lágrima sin conservantes ante síntomas y signos de sequedad ocular.

- Utilizar gafas de baño

- No bañarse en mar y piscinas con las LC

- No tocarse ni refregarse los ojos con las manos sucias.


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